"... entras, te vas, te escondes en la puerta..."
Charly García
Hacía como que el espacio contenido la expulsaba pero desentendía la natalidad de las bisagras. Una herejía de cerraduras dispuestas a la manera del ojo desviado, los recovecos de la sociedad de fomento intercambiados con el propósito de la celulosa. Se tuvo que comer el tomo uno de derecho francés para darse cuenta que lo suyo tenía que ver con lo coronal, la figura anatómica de las entradas o el repelente diáfano de las salidas.
La masticación del infinito en la bóveda desarticulada del clearing no le quita el gesto, la mueca de labio estirado en la prominencia de la hinchazón del pómulo. Un destino occipital, se deshizo después del último elemento genealógico que la amparaba telúrica, a las grietas y la suerte que se convierte en perro cuando las paredes se achican y empiezan a morder, a machucar la piel fajada y en la habitación todo se reduce al recreo del escritorio sin aire.
No hay futuro en el sepelio del marketing de la mandíbula, habían sido varios los convocados a la mesa de enlace, como si algo ya hubiese sido roto antes del apriete, antes que todo lo que se incrusta en la intersección, desaparezca. La carne cruda o el desvelo de la rúcula que sabe incluir los jardines del molar y esperar un lapso, la melancolía de la lengua y su registro de vacíos mesiánicos.
Se precisan los engranajes y se envuelve en los mantos de atmósfera miscelánea atrapada en la forma, camina despacio por el trapecio temerario de hombrecitos clavados en la luz que atraviesa el grosor del vidrio confundiendo imagen con interferencia. En esa superficie rugosa, donde se destierran los conductos, se escurre entre los dedos de lo que la intenta agarrar y siempre el mismo desenlace adelantado de los actos interviene en el desmembramiento. La caja tiene una tensión acreditada cuando la materia que ocupa la materia se mece en la coyuntura temporoparietal.
¿Será el contacto con la criminalidad de la línea el que contraiga acurrucado su aerodinámica nasal? ¿Serán las alfombras voladoras las que atraviesan los techos hacia la dimensión del cielo craneal?
Ella merece una consagración como esta, la que infrinja el modelo de un festejo sancionado en las fibras de una baldosa suelta.
Charly García
Hacía como que el espacio contenido la expulsaba pero desentendía la natalidad de las bisagras. Una herejía de cerraduras dispuestas a la manera del ojo desviado, los recovecos de la sociedad de fomento intercambiados con el propósito de la celulosa. Se tuvo que comer el tomo uno de derecho francés para darse cuenta que lo suyo tenía que ver con lo coronal, la figura anatómica de las entradas o el repelente diáfano de las salidas.
La masticación del infinito en la bóveda desarticulada del clearing no le quita el gesto, la mueca de labio estirado en la prominencia de la hinchazón del pómulo. Un destino occipital, se deshizo después del último elemento genealógico que la amparaba telúrica, a las grietas y la suerte que se convierte en perro cuando las paredes se achican y empiezan a morder, a machucar la piel fajada y en la habitación todo se reduce al recreo del escritorio sin aire.
No hay futuro en el sepelio del marketing de la mandíbula, habían sido varios los convocados a la mesa de enlace, como si algo ya hubiese sido roto antes del apriete, antes que todo lo que se incrusta en la intersección, desaparezca. La carne cruda o el desvelo de la rúcula que sabe incluir los jardines del molar y esperar un lapso, la melancolía de la lengua y su registro de vacíos mesiánicos.
Se precisan los engranajes y se envuelve en los mantos de atmósfera miscelánea atrapada en la forma, camina despacio por el trapecio temerario de hombrecitos clavados en la luz que atraviesa el grosor del vidrio confundiendo imagen con interferencia. En esa superficie rugosa, donde se destierran los conductos, se escurre entre los dedos de lo que la intenta agarrar y siempre el mismo desenlace adelantado de los actos interviene en el desmembramiento. La caja tiene una tensión acreditada cuando la materia que ocupa la materia se mece en la coyuntura temporoparietal.
¿Será el contacto con la criminalidad de la línea el que contraiga acurrucado su aerodinámica nasal? ¿Serán las alfombras voladoras las que atraviesan los techos hacia la dimensión del cielo craneal?
Ella merece una consagración como esta, la que infrinja el modelo de un festejo sancionado en las fibras de una baldosa suelta.
2 comentarios:
Fascinación es la palabra que provocan estas letras tuyas, como punta de lanza que penetra los antumecidos canales de la percepción. Un placer leerte de nuevo. Abrazo amigo.
Muchas gracias amigo un gran abrazo hasta siempre
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