agosto 01, 2006

Cajas

"en contra de la idea establecida,/la palabra no crea un mundo;/el hombre habla como ladra el perro,/para expresar su ira o su temor./el placer es silencioso,/igual que ser feliz."
Michel Houellebecq


Íbamos abriendo todas esas coberturas clandestinas. Desprendiendo de la boca los precintos contagiosos. Castigando el interior indulgente de la encía. Hay un mar rojo en las cajas. Estallan los bordes de los acantilados de cartón vencido. Lo humano vence. Los artilugios corales del veneno. Vuelven los círculos de aceite, un intertexto encendido, algunos círculos menos. La columna vertebral del atolón inclinada, la pócima encaja en el mediodía. Acceso invertido. Caen los peces como alfombras manchadas, al tapiz terso. Una posibilidad se moja. Las partículas de agua en la lengua. Una palabra incontenible anestesia el diván del mundo. Supongo que en algún lado hay arena. Las partículas de lengua en el agua. Un preludio solapado. La resistencia es la única carie de estas cavidades. El grito primal del cuerpo. Decir o no. Lo que sangra latitudes, lo que inunda la catarata vieja, las faringes insoladas del sur. Y el mutismo abanicado del lenguaje, sus costras. En el cobijo inútil del cuarto vacuo. El cuarto barco de papel gratinado y un hada colgada del mascarón. La marea enrarecida. Un indicio más de playa. Nos redime, desdobla el cartílago. Como las híbridas formas del humo, crece la esférica nominación. Se anilla el labio. Se forman una a una las filas, perdura el temblor. A la distancia le debemos los huecos, a lo cercano su periferia. Seguimos abriendo algo. Ya no sé si son los miembros. Las vísceras tipográficas. Los vaivenes de la secreción. Seguimos segregando. La saliva indemne, un crayón. El reflejo condicionado de las campanitas. La glucosa duerme... duerme la portera en la infinitud del pasillo. El recreo la somete. El tedio del deseo. Hay una caja muerta en los mares. Se erosionan los vértices. Las grietas militantes del espacio. Las muecas figuradas del patio. Nuestro equinoccio. Exceso invertebrado. Nadie habla. Un chirrido podría desmembrar la nuez. Descascarar el fondo, la corteza común. Se emerge cuando se suda. Acicalar las comisuras, las protuberancias del oleaje. Infringir los sepulcros marinos, el músculo flojo de la almeja. Predecir el desmadre en los caniles incestuosos. Se sumerge cuando se vacía. ¿Qué ruptura indebida nos une? ¿Qué comunión ingénita nos separa? Nadie duerme. Al vacío habrá que darle instinto, al instinto vicio. El orden de la geografía, sus depresiones concebidas -un epílogo-. Los niños en clase y un colmillo electo. Las banderas desteñidas del ordenador. Veremos quien declina las astas, quien los acrílicos enmudecidos del terrario. Ahora se escribe la novena letra de un epíteto húmedo. Desde el origen. Buscamos la electricidad. Para que un perro calcine su cuerpo o un hombre siga ladrando.

2 comentarios:

1234567ycasillego dijo...

HOMBRE

Estoy acostumbrado a acostumbrarme
con el insignificante sentido de las palabras y no sé si el hombre le dio horas al tiempo
o el tiempo horas al hombre.
Estoy libre en mis prisiones,
calma siniestra por escapar
y no sé si los dioses crearon
el mundo para los hombres
o los hombres el mundo para los dioses.
Estoy viviendo mi muerte,
tácito pasillo que aborrece de oscuridad
y no sé si soy yo quien intenta escribir
o escribe quien intenta ser yo.

Fabricio simeoni

Disculpa que escoja tus propias palabras para comenzar, pero con tu propia arena tan de carne y hueso, el castillo tomara una base mas solida y hermosa.

Hasta pronto.

Sabri

Guillermo Gnomo dijo...

Muchas gracias sabri por tus palabras por las mías por la visita por la sinceridad y en definitiva por la arena que es la misma con la que construimos la carne de la luz de los intersticios... espero nuevas visitas con gran abrazo